Álvaro Crespo: "La cultura es un motor de cambio y una vía poderosa para la reinserción social"
En la imagen se puede ver un primer plano de Álvaro Crespo, responsable del programa de prisiones de Solidarios para el Desarrollo.
El 25 de septiembre de 2025, Álvaro Crespo recibió la Medalla de Bronce al Mérito Social, en el Centro Penitenciario Madrid V- Soto del Real. Se trata de un reconocimiento entregado por el Ministerio de Interior tanto a los profesionales que trabajan en entornos penitenciarios como organizaciones sociales vinculadas con el proceso de reinserción social de las personas privadas de libertad.
Álvaro es el responsable del programa de prisiones de Solidarios para el Desarrollo. Desde este programa semanalmente se organizan las “Aulas de Cultura” dentro de las prisiones donde la ONG trabaja y también se realizan salidas de ocio con internos que cumplen un Tercer Grado y con ex-presos.
La trayectoria de Acerca Cultura Madrid ligada estrechamente (por suerte) a Solidarios para el Desarrollo: es una de las primeras entidades sociales que se unió al programa, una de las más activas y gracias al propio Álvaro, hemos tenido la oportunidad de vivir una experiencia muy necesaria y al alcance de pocas personas: estar en el patio de la cárcel de Navalcarnero y tener la oportunidad de hablar sobre cultura con personas privadas de libertad.
Aprovechamos esta entrevista no solo para unirnos al reconocimiento al mérito del Trabajo de Álvaro, sino también para acercarnos a la realidad de un colectivo de personas altamente estereotipados y sobre los que hay muchos prejuicios sociales, ahondando en su exclusión social, discriminación y soledad.
- Pocas personas no conocerán a vuestra ONGD Solidarios para el Desarrollo, pero por si acaso, cuéntanos quiénes sois, de dónde surge este trabajo y cómo ha sido la evolución.
Solidarios para el Desarrollo nació hace más de 35 años en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, donde un grupo de estudiantes y el profesor José Carlos García Fajardo iniciaron el seminario "Solidaridad" y comenzaron su acción voluntaria colaborando en diferentes proyectos en Madrid. Posteriormente surgieron iniciativas similares en universidades de Sevilla, Granada, Murcia y otras. Actualmente estamos presentes en estas cuatro provincias con cuatro programas de voluntariado (personas mayores, personas sin hogar, personas con un diagnóstico de enfermedad mental y personas presas en un centro penitenciario) con un modelo y una forma de realizar el voluntariado en el que lo empleamos como “herramienta” para promover un cambio de un modelo social que genera exclusión a otro inclusivo. Por ello, nuestro voluntariado es un ejercicio de responsabilidad ciudadana, ya que hacemos de puente entre los excluidos y el resto de los ciudadanos
- El grueso del equipo de Solidarios lo forman personas voluntarias, y trabajáis con personas mayores con soledad no deseada, personas que tienen trastorno de salud mental, personas privadas de libertad y personas sin hogar. ¿Cómo se gestiona un proceso de voluntariado para que toda esta maquinaria funcione tan bien?
Partimos de una cultura de voluntariado sólida, con tradición y en el que nos creemos, disculpad la presunción, referentes. Y los pasos, aunque han cambiado, los tenemos transparentes y dentro de ellos, hay dos fundamentales: la formación, que nos permite hacer nítidas a las personas que llegan a nuestra entidad lo que hacemos y sobre todo y más importante, lo que no; y por otro lado, la participación, que si bien a veces se diluye en los procesos, facilita el aprendizaje y contribuye a su empoderamiento y a la apropiación de las propuestas y los objetivos de la organización.
- Háblanos un poco más del programa de prisiones que tu diriges. ¿Cuándo y cómo surgió, cuál es su objetivo principal y qué actividades realizáis?
En ese 1987, SOLIDARIOS puso en marcha sus Aulas de Cultura que llevan operativas en varios centros penitenciarios en España desde casi la inauguración de los mismos. Con un enfoque horizontal en las relaciones interpersonales entre la sociedad civil y las personas internas en un centro penitenciario y de manera análoga a los espacios culturales que existen en el exterior, llevamos los sábados por la mañana a personalidades del mundo de la cultura a centros penitenciarios de Madrid, Sevilla, Granada y Murcia para generar, junto con el voluntariado que acompaña esta actividad, un espacio de encuentro con los internos/as, siendo esta visita beneficiosa en dos sentidos, porque, por un lado, el invitado/a conoce el medio penitenciario y a las personas que conviven en él y, por otro, el interno/a conoce a personas ajenas a su día a día en prisión, que le van a hacer olvidarse durante un tiempo de sus problemas y que, al mismo tiempo, fomentan su gusto por la cultura en sentido amplio.
En cada encuentro semanal, el voluntariado charla con las personas privadas de libertad, pasean por el patio y comentan asuntos cotidianos, como cualquier compañero de clase o amigo. Sin entrar en detalles personales, ni preguntas indiscretas, nos vamos conociendo y en ese proceso se recompone la autoestima. En la mirada tú a tú, se le devuelve a la persona su dignidad. Y si la continuidad del voluntariado es importante, también lo es la sensibilización social. Todo ese elenco de invitados, una vez que conocen el entorno penitenciario, aportan una nueva visión sobre las cárceles, en sus círculos de familia, amigos y trabajo. Con ello se rompen los muros de incomprensión, prejuicios y tópicos.
Esa metodología, amparada por los objetivos del voluntariado y de nuestra labor que he mencionado en la primera pregunta, es nuestra clave de bóveda. Paralelamente a las Aulas de Cultura (Premio Nacional de Fomento de la Lectura y la escritura 2017), surgieron diversos talleres socioculturales en prisiones con los mismos objetivos, servir de excusa para el encuentro interrelacional fuera/dentro y además, gran parte de nuestro vínculo con Acerca Cultura Madrid, ha sido replicar esos espacios culturales y de ocio, para la población en situación de semilibertad, régimen abierto o Tercer Grado Penitenciario.
- ¿En cuántos centros penitenciarios estáis actualmente trabajando?
Estamos presentes en 11 centros penitenciarios: Madrid III, Madrid IV, Madrid V, Cárcel Militar Alcalá (Madrid) Albocasser, Alcázar de San Juan, Sevilla I y Sevilla II, Murcia I, Murcia II y Albolote (Granada). Y 4 Centros de Inserción Social (para Terceros Grados) en las mismas provincias.
- Las personas internas de centros penitenciarios y las que han pasado por ellos pueden ser de los colectivos que más discriminación sufren, y las visiones que nos han ofrecido películas y libros no han ayudado mucho a eliminar prejuicios. ¿Cuáles son los mayores prejuicios con los que conviven las personas privadas de libertad?
Partimos de la base que la percepción social de alguien que ha cometido un delito y está en la cárcel es similar a alguien que está muerto. Es de lo peor que le puede pasar a un ser humano; y, además, siendo culpable, seguro... Esa losa, ese estigma, lo cargas durante mucho tiempo después de tu salida de la prisión y es una barrera muy complicada de superar para aquel que quiere rehacer su vida. El encarcelamiento, a pesar de la mejora de las infraestructuras penitenciarias y de las entidades que intervenimos en ese entorno, causa daños profundos en quienes lo sufren y también en su entorno familiar, lo que es redundante. La cárcel no debe ser una doble pena para el individuo, no tiene sentido dentro del mandato constitucional de la reinserción. Por ello, debemos intentar evitar el internamiento en centro penitenciario como medida de castigo única y sistemática; hay que revisar desde todos los organismos competentes las medidas alternativas a la prisión e incorporar otras que pueden mostrarse eficaces. La primera de ellas, ambiciosa y a nivel global dentro de toda nuestra sociedad, es educar en contra de la criminalización de la pobreza y en contra del sensacionalismo punitivo y transitar. Y educar, poco a poco, en la certeza que una mayor apuesta por la vuelta a la sociedad de las personas presas en mejores condiciones y oportunidades por las que ingresaron en la cárcel, es la mejor apuesta para evitar la reincidencia y por tanto, la comisión de nuevos delitos que afectan al día a día a una sociedad.
- ¿Cómo es el día a día dentro de una prisión? ¿Dónde encaja un programa de ocio y cultura dentro de esta rutina y quién y cómo acceden a estos programas? ¿Cómo reaccionan las personas internas ante la propuesta de participar en actividades artísticas?
Podríamos resumirlo en rutina, disciplina y seguridad, pero dentro de ello, la administración penitenciaria ha acertado en permitir el tránsito y el acceso, siempre controlado, de las entidades sociales y la sociedad civil a los centros penitenciarios. El trabajo del voluntariado se enmarca, por tanto, dentro de un programa de una organización, nunca aislado teniendo en cuenta elementos que en el exterior nos pueden parecer superfluos, pero que dentro son imprescindibles: no se puede introducir ningún objeto del exterior para los internos sin estar previamente autorizados (móviles, comida, bebida, ordenadores, etc.)
La cultura y el ocio, en definitiva, nos hace a todos iguales. El permitir dentro de las prisiones este tipo de actividades, supone abrir las puertas para que se establezca una comunicación no tanto de fuera hacia adentro, como de dentro hacia fuera. Que puedan canalizar la entrada en prisión para que participen los ciudadanos. El acceso, aunque limitado a las mismas, es sencillo (mediante instancia) y eso sí, su asistencia no reporta ningún beneficio penitenciario, lo que nos reporta una mayor motivación interna de las personas que acuden. Podemos presumir, en muchos casos, de tener lista de espera para la actividad, ya que el salir del módulo ya es suficiente beneficio y aquí se junta, además de ello, el conocer y ver a personas del exterior, conocer un tema de primera mano con sus protagonistas, etc.
- ¿Hay diferencias en la participación o recepción del programa entre hombres y mujeres?
Hay menos mujeres en prisiones (92-93% de hombres cumpliendo penas privativas de libertad) y nosotros, por la naturaleza y tratamiento de los centros penitenciarios y CIS (Centros de Inserción Social) en los que estamos, tienen menos presencia, pero más allá de ello, el impacto en ellas es el mismo y quizás, tienen una mayor participación y sentido comunitario cuando acuden.
- ¿Qué papel tiene la cultura la participación cultural en el proceso de reinserción y transformación personal? ¿Habéis podido detectar o medir algunos impactos positivos en las personas internas que participan en estos programas?
La cultura es un motor de cambio y una vía poderosa para la reinserción social. Siempre digo que es un elemento de cohesión, de unión entre personas. La lectura, el arte, la ciencia o la creación colectiva permiten a las personas privadas de libertad recuperar su voz, resignificar sus experiencias y proyectar nuevas posibilidades para su futuro.
Cada par de años, en SOLIDARIOS, realizamos estudios de monitoreo e impacto de nuestros programas de voluntariado. Esto nos permite conocer mejor el perfil de las personas internas que participan en sus actividades, su visión de la actividad y su relación a ella, el impacto que genera la actividad en su día a día, etc.
Las motivaciones que llevan a las personas privadas de libertad a participar en las actividades de SOLIDARIOS, reflejan que un 26% de los participantes señala como principal motivación aprender nuevas cosas, lo que evidencia el valor formativo y educativo del espacio, otros destacan razones vinculadas al bienestar y la gestión del tiempo (un 16% participa para distraerse y desconectar del entorno, y un 15% para pasar el tiempo de forma útil), un 14% busca relacionarse con otras personas, y un 17% valora especialmente el contacto con profesionales y voluntarios del exterior, que amplía su horizonte de interacción y aprendizaje.
Estas respuestas ponen de manifiesto que estas actividades no solo cumplen un papel educativo, cultural y de ocio, sino que también contribuyen a las dimensiones emocionales, afectivas y motivacionales de las personas internas, generando espacios de aprendizaje integral, reflexión personal y fortalecimiento del bienestar psicológico.
- Imaginamos que no es fácil coordinar un programa de cultura en una prisión. ¿A qué retos te enfrentas al trabajar dentro del sistema penitenciario español? ¿Qué barreras sociales o institucionales dificultan el acceso a actividades culturales de las personas internas tanto dentro como fuera de la prisión?
No, no es nada fácil. Especialmente porque aún hace falta mucho trabajo, entendiendo también la naturaleza del espacio en el que estamos, para que la permeabilidad del centro penitenciario al exterior sea la deseable y sobre todo para orientar de manera plena los programas hacia el tratamiento penitenciario más que hacia la custodia y la seguridad. En muchas ocasiones, los retos están relacionados con el entendimiento de dos diferentes lenguajes: el de la institución penitenciaria y el de las entidades sociales, uno quizá más rígido y otro, quizás, demasiado flexible.
Hoy, además, en las tareas que realizamos con organizaciones del exterior que vinculan a la población penitenciaria con el disfrute de sus espacios, nos encontramos con prejuicios y tópicos relacionados con el estigma de una persona que ha pasado por prisión y que he enumerado más arriba. Pero esos son fácilmente superables con la creación de espacios de diálogo y sobre todo viendo en muchas ocasiones los buenos resultados que el disfrute de espacios en el exterior ocasionan, a la población penitenciaria.
- Cuando pensamos en referencias de obras culturales vinculadas a personas en prisión, creo que todos volamos a la película de “Cadena Perpetua”. En los últimos años podemos encontrar referencias específicas pero con el foco puesto en las mujeres: el podcast “Seis barrotes” de De eso no se habla, el Dramawalker realizado por el Centro Dramático Nacional con las mujeres de la prisión de Alcalá-Meco, la compañía de teatro Yeses. ¿Hay alguna referencia de alguna obra de la literatura, algún documental, algún material audiovisual que nos recomiendes para acercarnos con más objetividad a la realidad de las personas privadas de libertad o personas ex-reclusas?
Creo que la película francesa “Un profeta”, de Jacques Audiard, refleja bastante bien la realidad penitenciaria y además, es bastante entretenida, que es lo que le pides al cine.
Y en cuanto a lecturas, entre otras, pudieran ser “La cárcel no castiga el delito: castiga la pobreza y la rebeldía», de Pastora González o «Historias de la cárcel. Vida y vivencias desde el módulo de aislamiento» de Roberto Vaquero.
Gertu Kultura, oraindik gertuago!
Zure probintzia aukeratu eta denontzako kulturaz gozatu
