Canónica de Santa Maria de Vilabertran

A finales del siglo XI, la iglesia de Vilabertran participa en un movimiento de reforma eclesiástica que nos ha legado un conjunto románico, actualmente el ejemplo mejor conservado de las canónicas medievales.

Siguiendo las disposiciones de la Iglesia para luchar contra las imposiciones nobiliarias en los nombramientos eclesiásticos y la relajación moral de sus miembros, Pere Rigau reunió un grupo de curas para vivir en comunidad. A la vegada, tres familias nobiliarias hicieron donación de la propiedad de la iglesia en la comunidad. De este modo, Vilabertran se convertía en una de las primeras canónicas agustinianas, desde la cual Pere Rigau intentó difundir la reforma con la fundación otras canónicas.

Para alojar la comunidad, entre los siglos XII y XIII se levantaron unos edificios alrededor de un claustro, con lo cual se formó un conjunto arquitectónicamente muy unitario. Posteriormente, la canónica se amplió con la capilla funeraria de la familia Rocabertí (siglo XIV) y un gran patio que recogía las dependencias que estaban fuera del recinto de clausura (siglo XVIII).

El edificio más emblemático es, pero, la iglesia, que muestra la transición de los modelos constructivos entre los siglos XI y XII. En el interior, encontramos una cruz procesional, que es la pieza de orfebrería gótica más grande de Cataluña.